sábado, 26 de diciembre de 2009

De “Gran Depresión” a “Gran Recesión”

De “Gran Depresión” a “Gran Recesión”

Basado en el Análisis El País semanal. Joaquín Estefanía. Secuelas: La década perdida; El País. 26-12-09

Después de dos años y medio de haber iniciado, la crisis ha tocado fondo y ahora se muestra una “ligera” recuperación que indica que no estamos ante una Gran Depresión similar a la de los años 30 del siglo pasado. La crisis ha ocasionado un acontecimiento “inesperado” con enormes impactos; a pesar de que algunos científicos sociales pronosticaron lo que iba a suceder, pero casi nadie les hizo caso.

En el periodo que ha transcurrido desde que comenzaron las dificultades en el sector inmobiliario; se puede considerar tres etapas muy diferentes. La primera, que dura aproximadamente un año (de agosto de 2007 a agosto de 2008), sirve para tomar lenta conciencia de la que se viene encima y permite soñar a los países pobres que esta vez ellos no van a ser los paganos de los errores; pronto se demostraría que era una ensoñación y que en una sociedad globalizada nadie puede quedarse al margen.

La segunda etapa dura desde septiembre de 2008 a abril o mayo de 2009; inicia con la quiebra de un importante banco de inversión, Lehman Brothers, que lleva al pánico a los ahorradores y a los inversores. Hubo algunos días de septiembre de 2008 en los que parecía "que el capitalismo podía desaparecer", en palabras de algún analista. La tormenta perfecta alcanzó su punto máximo a finales de 2008 y principios de 2009.

La tercera fase empieza en abril de 2009 y dura hasta ahora. El escenario catastrófico de la “Gran Depresión” se termina y emerge la teoría de los brotes verdes: lo peor ha pasado aunque continuamos mal, en una “recesión”. El problema al que se enfrenta la economía en “crecimiento” de la segunda década del siglo XXI es la falta de puestos de trabajo. Además de dar trabajo a los que se han quedado sin él y a los que antes de la crisis no lo tenían, hay que contemplar que cada año se incorporan al mercado laboral mundial unos 45 millones de personas, la mayoría jóvenes.

La “Gran Recesión” no se ha convertido en una “Gran Depresión” similar a la que tuvo lugar entre los años 1919 y 1939. En ese tiempo, el pesimismo ambiental y el estancamiento económico fueron el primer paso para el desencanto social, las dudas sobre la eficacia de la democracia y los conflictos políticos: dos guerras mundiales.La legitimidad señalaba que el lugar donde los gobernantes de todo el mundo se debían reunir para dar soluciones a la crisis era la Organización de Naciones Unidas (ONU).

La ONU tenía en su interior una organización de inmensa burocracia, y se inventaron las formaciones G; primero, el G-8; luego, el G-20. Las formaciones G son instituciones inorgánicas, representativas por la fuerza de los hechos, en las que unos países cooptan a otros y dejan fuera a los demás, pero que son más ágiles en la resolución de conflictos económicos. El G-20 se ha reunido tres veces en medio de la crisis, con un espectacular seguimiento mediático.

La ONU celebró un pleno el pasado mes de julio sobre la crisis económica, prácticamente clandestino; en su convocatoria se pretendía una reunión "al más alto nivel", pero apenas asistió una veintena de jefes de Estado o de Gobierno de países periféricos (ni los de EE UU, Alemania, Japón...). Y, sin embargo, de ese pleno de la ONU salió uno de los documentos más imaginativos sobre los efectos de la crisis, el informe Stiglitz (por el nombre del Premio Nobel de Economía que lo presentó), en el que se vinculaba la profundidad de las dificultades económicas con la calidad de la democracia. Stiglitz decía que la crisis económica ha hecho más daño a los valores fundamentales de la democracia "que cualquier régimen totalitario en tiempos recientes".

Al pasar del G-8 al G-20 hay un nuevo club de países que han tomado carta de naturaleza: los países BRIC (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China), los más importantes Estados emergentes. Estos son sus poderes: representan a casi la mitad de la población mundial, un cuarto del Producto Interior Bruto mundial, el 40% de toda la superficie y el 65% de todo el crecimiento económico en los últimos años. Su presencia en las formaciones G supone un desplazamiento del poder hacia otras realidades alternativas y un reequilibrio del dominio de EE UU.

Existe una coincidencia general en que la salida a los problemas económicos no puede hacerse sin Estados Unidos, pero que EE UU solo no la conseguirá. Las políticas económicas son transversales, fruto de pactos. Se intenta una especie de New Deal (en reconocimiento de la política del presidente Roosevelt, que sacó a EEUU de la Gran Depresión), con consensos a todos los niveles: globales, regionales y nacionales.

¿Con qué riesgos nos encontramos?

Al retomar las medidas keynesianas-aplicadas en la crisis de 1930- el endeudamiento del Estado va a provocar una nueva “burbuja”; pues son las nuevas generaciones las que tendrán que pagar este gasto. Asimismo, en el afán por cubrir sus necesidades, los Estados pueden dejar en segundo plano otra estrategia central de nuestra época: la lucha contra el cambio climático. La reunión del G-20 de Londres llamó "a construir una recuperación inclusiva, ecológica y sostenible"; se ha establecido una relación directa entre el desarrollo y el cambio climático, en sentido inverso.

Mientras que la disminución de la pobreza en el mundo sigue siendo la gran prioridad (al menos teórica), dado que una cuarta parte de la humanidad continúa viviendo con menos de 1,25 dólares al día, que 1.000 millones de personas carecen de agua potable, o que 3.000 millones de ciudadanos no tienen servicios de saneamiento adecuados, el cambio climático no tiene fronteras: amenaza al mundo entero.

En definitiva, la crisis económica será el acontecimiento central de nuestra época y pasará a la historia, por el umbral de temor y la inseguridad que ha proyectado en los ciudadanos. No obstante, parece que las secuelas del “tsunami financiero”: pérdida de bienestar, desempleo, empobrecimiento de las clases medias y un gigantesco aumento de la deuda, durarán al menos una década.

Marisa Contreras.
26.12.09

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La quiebra de la aerolínea Air Comet

La quiebra de Air Comet
Basado en periódicos El País y El Mundo del 23-12-09

Gerardo Díaz Ferrán-presidente de la aerolínea-, culpa por el cierre de su compañía a la “crisis” y a la justicia inglesa, que enfrenta una denuncia por estafa. El presidente de Air Comet se declaró "sorprendido" por la decisión del juez británico que prohibió volar a Air Comet, en respuesta a una demanda judicial presentada por el banco alemán Nord Bank, con quien Air Comet tenía contraído un impago por un crédito de 25 millones de dólares para el alquiler de los aviones y que ha precipitado el cierre.

El Ministerio de Fomento suspendió la licencia de vuelo a Air Comet por su situación de insolvencia además de haber abierto un expediente sancionador que puede llevar a una multa de 4,5 millones; cifra que se suma a los 6,3 millones (que el Ministerio de Fomento se gastará en desplazar y atender a los viajeros afectados por la quiebra). El Ministerio de Fomento prevé trasladar hasta el 26 de diciembre a unos 6.300 viajeros, pero únicamente a aquellos que tienen pendiente el viaje de vuelta o que acrediten situaciones de necesidad. Respecto al resto de los clientes que habían comprado sus billetes para viajar en meses posteriores, y que según las agencias de viajes oscilan entre los 70.000 y los 100.000 pasajes, la representante de Fomento ha indicado que "son contratos entre particulares en los que nosotros no podemos entrar porque no es un caso de emergencia y además no somos una agencia de viajes".

Este dinero lo adelantará la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) y posteriormente el Gobierno exigirá el reintegro de esta cantidad a la aerolínea. El trámite de esta reclamación tendrá que incluirse dentro del proceso concursal que los Jugados Mercantiles de Madrid abran para gestionar el cierre de la compañía. Hasta la fecha, se han registrado ya 1.718 reclamaciones (784 en las oficinas habilitadas y 934 en Barajas) y 246 consultas telefónicas. Además, se ha alojado en hoteles a unas 300 personas.

Díaz Ferrán ha explicado que no tiene "nada que reprochar al Gobierno" sobre su actuación en este asunto y ha asegurado que pagará a los empleados de la compañía los pagarés que les había prometido para abonar los sueldos atrasados, que en algunos casos llega a ocho mensualidades. Por otro lado dice que sí tiene que reprocharle,al Gobierno Argentino, a quien acusa de haber incumplido un acuerdo dentro del proceso de nacionalización de Aerolíneas Argentinas, por el que iba a recibir 200 millones de dólares. Ferrán ya ha anunciado que presentará una demanda contra el Ejecutivo dirigido por Cristina Fernández por incumplir el pacto.

Respecto a su cargo como presidente de la CEOE, Díaz Ferrán ha afirmado que no se va "a marchar mientras cuente con el apoyo" de sus compañeros. En una entrevista en Onda Madrid, el líder de la patronal ha expresado: "los que tienen que decidir si sigo en la CEOE no son ni los periodistas, ni los políticos, ni los partidos, son los empresarios". La vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, ha afirmado que Díaz Ferrán sigue siendo un “representante válido de los empresarios” pese al cierre de la aerolínea.

La quiebra de Air Comet se pone de manifiesto precisamente en el “peor momento”; en una época de especial vulnerabilidad, -la navidad-. En el aeropuerto de Madrid-Barajas, con las zonas comunes colapsadas, cientos de pasajeros de Air Comet, se quejan de la falta de información. Asimismo, varias asociaciones de consumidores han presentado una demanda contra Air Comet en la Audiencia Nacional por los supuestos "delitos de estafa, apropiación indebida e insolvencia punible".

Durante la mañana del jueves pasado, un grupo de pasajeros ha cortado durante más de media hora un tramo del vial de llegadas y se ha enfrentado verbalmente a una unidad de antidisturbios, que finalmente ha logrado desalojarles sin emplear la fuerza.
De igual manera, muchos afectados desesperados, ante la impotencia de no poder hacer nada, han comenzado una huelga de hambre para reclamar una "solución satisfactoria". El sector público, nuevamente como "salvador" de los ciudadanos, pone en evidencia -una vez más- el caos al que el sector privado puede llegar a causa de sus “excesos” especulativos; lo más grave, siendo incapaz de sopesar las víctimas de sus ambiciones sin materializar.

Marisa Contreras
24.12.09