domingo, 8 de noviembre de 2009

Sobre el autor Paul M. Sweezy

Paul M. Sweezy (1910-2004)

Paul Marlor Sweezy, economista estadounidense, nació el 10 de abril de 1910. Debido a sus ideas marxistas fue perseguido y encarcelado en su país en la época del macartismo.
Se graduó en Harvard en 1931 y obtuvo su doctorado en 1937. Fue discípulo de Schumpeter, con quien trabajó y que le apoyó a finales de los treinta y comienzos de los cuarenta. Tras pasar un año en la London School of Economics se hace marxista, aunque nunca tuvo una participación en la lucha partidista o en actividades sectarias.

A la muerte de su padre, Everett P. Sweezy, vicepresidente del First National Bank de Nueva York, recibió una herencia cuantiosa que le permitió abandonar la docencia universitaria. En 1949 funda la revista Monthly Review que se convirtió en un referente mundial de la izquierda intelectual. En su primer número escribió Albert Einstein su famoso artículo ¿Porqué Socialismo?. En la revista publicaron también marxistas radicales famosos como W.E.B. Du Bois, Jean Paul Sartre, Ché Guevara, Charles Bettelheim y Joan Robinson. La revista se sigue publicando, aunque su circulación mensual ha caído a 7000 ejemplares, de los 12000 que llegó alcanzar en los setentas.

En los años sesenta, Paul Sweezy propone el modelo de la demanda quebrada para explicar la estabilidad de los acuerdos colusorios en las situaciones de oligopolio.

Sweezy escribió a lo largo de los años más de 100 artículos y 20 libros. El más famoso fue El capital monopolista: un ensayo sobre la economía estadounidense y el orden social, Monthly Review Press, 1966 (existe edición en español; Siglo XXI editores, nota del traductor), escrito junto con Paul A. Baran. En ese libro se arguye que las economías de mercado no reguladas tienen una tendencia al estancamiento y a desarrollar oligopolios en las cuales unas pocas compañías se conservan empujando al alza los precios, engordando las ganancias, pero desalentando la actividad económica, debido a la ausencia de la competencia de precios. Lo que salvó a los Estados Unidos, escribieron los autores, fueron fenómenos temporales: gastos militar, consumismo robusto y la rápida demanda de autos, debido a la rápida expansión de los suburbios y del nuevo sistema de autopistas interestatales.

Murió el 28 de febrero de 2004 en su casa de Larchmont , N.Y., de aun ataque cardíaco congestivo, a los 93 años de edad.

Marisa Contreras
Tomado de www.eumed.net/

Teoría del desarrollo capitalista. Paul M. Sweezy

Teoría del desarrollo capitalista. Paul M. Sweezy
Resumen de capítulos I,II,III,IV,V,VI y VIII
Traducción de Hernán Laborde, 1945. Fondo de cultura económica, México D.F. ediciones F.C.E. ESPAÑA S.A.

Título original: The Theory of Capitalist Development Principles of Marxian Political Economy. 1942, Oxford University Press, Nueva York

Paul M. Sweezy se ocupa ampliamente del estudio analítico de la teoría económica marxista y expone los elementos principales de la actitud de Marx ante la economía política. Inicia afirmando que Marx era partidario del llamado método abstracto-deductivo; en el que practicaba el método de las “aproximaciones sucesivas” que consiste en avanzar paso a paso de lo más abstracto a lo más concreto. Así, eliminando las simples suposiciones en las etapas sucesivas de la investigación, la teoría puede explicar una esfera cada vez más vasta de fenómenos reales. Lo más importante de este método, sería en últimas, poner de relieve lo esencial y hacer posible su análisis.

A continuación, el autor nos indica que Marx retuvo aquellos elementos del pensamiento de Hegel con respecto al desarrollo a través del conflicto entre fuerzas opuestas o contradictorias, pero a diferencia de Hegel, Marx, se dedicó a un estudio completo de la economía política siguiendo los conflictos históricos hasta sus raíces en el modo de producción. Para Marx, en el proceso histórico-social la clave del cambio se encuentra en los movimientos del modo de producción. Así que el propósito legítimo de la abstracción en la ciencia social no es nunca alejarse del mundo real, sino más bien aislar ciertos aspectos del mundo real para fines de investigación intensiva.

Sweezy nos señala que el punto de partida en la Economía Política de Marx es el análisis de las mercancías. Una mercancía es un rasgo universal de la existencia humana, presente en cada una y en todas las formas de sociedad. En El Capital, Marx realiza un estudio de las mercancías o valor de cambio. En la sociedad capitalista, el trabajo, se reduce a la categoría de trabajo “abstracto”. En otras palabras, el trabajo en la sociedad capitalista, es un medio de crear riqueza en general y ha dejado de desarrollarse junto con el individuo en un sentido particular.

Las mercancías en el sistema capitalista, tienen en común, el hecho de absorber una parte del total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad; es decir, son trabajo materializado. Aquí nos encontramos con que de sociedades de “producción simple de mercancías”; es decir, en las que cada productor poseía sus propios medios de producción e intercambiaba entre sus iguales, se pasa a sociedades capitalistas, donde las relaciones se “cosifican”.

Las ideas a que esta forma de organización social da origen, tienen una relación remota y desnaturalizada con las relaciones sociales reales que yacen bajo ella; todo esto que hemos apuntado, Sweezy señala que Marx lo traduce en su doctrina del Fetichismo de la Mercancía.

El productor individual trata con su prójimo sólo a través de del “mercado”, donde los precios y las cantidades vendidas son las realidades sustanciales y los seres humanos no son más que instrumentos. “un estado de la sociedad en que el proceso de la producción tiene dominio sobre el hombre en lugar de ser controlado por él” Citado por Sweezy, P. Teoría del desarrollo capitalista p.46. El Capital, I, p.86.

El autor nos indica que en épocas anteriores de la historia, cuando las relaciones de producción tenían un carácter personal directo, la materialización de las relaciones sociales era imposible. La materialización de las relaciones sociales en la producción de mercancías, ocurre con el desarrollo del capitalismo avanzado en Europa occidental durante los siglos XVII y XVIII.

En esta época, las mercancías empiezan a cobrar un orden “natural”; un carácter impersonal y automático, el laissez-faire. La aplicación de las ideas y los métodos de la ciencia natural a la sociedad es uno de los rasgos más notables del período capitalista. Así pues, nos indica que dicha materialización de las relaciones sociales ha configurado las categorías “inevitables” en las economías capitalistas: valor, renta, salario, ganancia, interés, etc. Por otra parte, los “factores de producción” tierra, trabajo y capital; “producen” un ingreso a sus propietarios.

En la sociedad capitalista, los propietarios de las mercancías tienen monopolio exclusivo de los medios de producción y además “algo” que vender. En épocas anteriores el siervo estaba forzado a trabajar; por el contrario, en el mundo de las mercancías, el obrero, está en un mundo entre “iguales” en el que vende por un cambio “justo” su fuerza de trabajo en beneficio de otros.

Aquí, nos encontramos que es sobre esta base que se han erigido los principios ético-legales de la superestructura capitalista, que sirven para justificar y regular el orden existente. Sweezy nos explica que bajo el análisis crítico de la producción de mercancías se puede ver con claridad el carácter históricamente relativo de la justicia capitalista y de la legalidad capitalista. Su crítica radica en que la “racionalidad” del sistema moderno, es una ilusión, pues presupone un sistema económico sujeto a ciertas leyes objetivas, que en la praxis se cumplen sólo parcialmente.

A este punto se nos presenta la Ley del valor de Marx, que resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías, que regula y equilibra: las proporciones del cambio de mercancías, la cantidad producida de cada una y la asignación de fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción. Sin embargo, en la medida en que la asignación de la actividad productiva es sometida a un control consciente, la ley del valor pierde su pertinencia y su importancia; pues la sustituye el principio de planeación.

Paul Sweezy, destaca que la producción de mercancías no implica necesariamente el capitalismo, pues bajo la producción simple de mercancías cada productor posee y trabaja con sus propios medios de producción. Mientras que, por otro lado, en el modelo capitalista, la propiedad de los medios de producción concierne a una facción de individuos, mientras otra mayoritaria realiza el trabajo.

En el sistema de producción simple de mercancías, la cadena de producción era la siguiente: mercancía- dinero- mercancía (M-D-M). Con la aparición del capitalismo, Marx diferencia de la anterior la cadena de producción de la siguiente manera: dinero- mercancía- dinero (D-M-D). Es decir que en el capitalismo el dinero, no es un medio, sino un fin en sí mismo.

Vemos pues, que en el capitalismo, los medios de producción y la fuerza de trabajo (el trabajador mismo), son mercancías. En el tiempo de la esclavitud el comprador adquiría al esclavo; ahora en el capitalismo, el obrero se “vende” por un período de tiempo estipulado. La plusvalía del moderno capitalismo, consiste en que el trabajador produce en una jornada de trabajo, trabajo “necesario” y trabajo “excedente”.

El trabajo necesario se paga en forma de salario, mientras que “el excedente” o plusvalía se lo apropia el capitalista sin ninguna remuneración.
El autor nos señala que según Marx, el valor total de cualquier mercancía producida en el capitalismo tiene tres componentes y se expresa de la siguiente forma:
c + v + p= valor total
c= valor de los materiales o maquinaria utilizados (capital constante),
v= fuerza del trabajo “capital variable”,
p= plusvalía

De esta fórmula, se derivan además otros conceptos para la teoría de Marx: la tasa de la plusvalía, la concepción orgánica del capital, la tasa de ganancia. La tasa de plusvalía, es la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario; la “tasa de explotación”. Esta tasa está determinada por la duración jornada de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real y la productividad del trabajo. La tasa de plusvalía puede elevarse por la extensión de jornada de trabajo, por reducción del salario real o por un aumento de la productividad del trabajo. Dicha tasa según Marx, es igual en todas las ramas de la industria y en todas las empresas dentro de cada industria.

La composición orgánica del capital, es una medida de la relación del capital constante con el capital variable; en relación al capital total usado en la producción. Es decir, la medida de la amplitud en que el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso productivo.

La tasa de la ganancia es la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total de capital. Los factores que determinan la tasa de ganancia son idénticos a los factores que determinan la tasa de plusvalía y la composición orgánica del capital. Como en la tasa de plusvalía, también en la tasa de ganancia se supone la igualdad general entre industrias y empresas.

El autor señala que la teoría del valor no se considera válida para explicar el funcionamiento del sistema capitalista; pero no obstante, ha contribuido positivamente en el estudio del sistema capitalista.

A continuación nos habla de la acumulación del capital, indicando que ésta es la base del capitalismo. Citando la denominada “reproducción simple”, nos refiere a un sistema capitalista “utópico”, pues sería un sistema que conserva indefinidamente las mismas dimensiones y proporciones en sus diversas partes. En el sistema capitalista “real”, el poder de acumulación del capitalista se acrecienta cada vez más.

La acumulación del capital se acompaña por la mecanización progresiva del proceso de producción, utilizando métodos técnicos más avanzados y eficientes; se convierte en un círculo vicioso de competencia en una carrera de continuo afán de perfeccionamiento.

En dicha competencia entre capitalistas, se intenta utilizar la misma cantidad de trabajo pero con equipos más perfeccionados y eficientes para elaborar más materiales y rendir un volumen cada vez mayor de productos acabados. Según Marx, el lujo entra en los gastos de representación del capital y aunque la urgencia de acumular sigue predominando, no excluye el deseo paralelo de aumentar el consumo.

“El consumo aumenta nuestros goces, la acumulación nuestro poder, y ambos promueven igualmente la demanda.” Citado por Sweezy, P. Teoría del desarrollo capitalista p.95. Ricardo, Letters to Malthus, 1810-1823, ed. Bonar, p.45

Sweezy nos señala que Marx se refiere a la “reproducción ampliada” en contraste con la ya denominada “reproducción simple”; a un plan de reproducción en el que la plusvalía se divide en tres partes: una que consumen los capitalistas, otra que se agrega al capital constante y otra que se suma al capital variable.

De especial relevancia nos indica que son los efectos de la cantidad acrecentada del capital variable; es decir, la demanda acrecentada de fuerza de trabajo que va implícita en el proceso de acumulación. La fuerza de trabajo no es una mercancía “cualquiera”; la acumulación eleva la demanda de trabajo y los salarios tienden a subir bajo este impacto.

A este punto, nos hace otra aportación importante; lo que Marx denominaba “ejército de reserva del trabajo”, o “población excedente relativa” consiste en obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una presión constante, hacia abajo, en el nivel de salario. El ejército de reserva se recluta esencialmente entre los que han sido desplazados por la maquinaria. La mecanización supuso junto a la eliminación de trabajo (transitoriamente); crisis y depresiones que dan lugar a un mecanismo capitalista específico de reconstrucción del ejército de reserva.

El autor nos refiere a la teoría clásica de la evolución económica, para explicar que los cambios en los métodos de producción para esta escuela, se consideran únicamente en términos cuantitativos; en otras palabras, donde las relaciones sociales no son afectadas. En la teoría de Marx, por el contrario, los cambios en los métodos de producción, las innovaciones tecnológicas son necesarias para prolongar la existencia del capitalismo, pues es así como se economiza trabajo a través del ejército de reserva y sobrevive la plusvalía. Asimismo los cambios en los métodos de producción conllevan a una profunda transformación en la estructura institucional e ideológica de la sociedad.

“La burguesía no puede existir sin revolucionar constantemente los instrumentos de producción y por este medio, las relaciones de producción y, con ellas, todas las relaciones de la sociedad”. Citado por Sweezy, P. Teoría del desarrollo capitalista, p.106, Manifiesto Comunista.

Al señalar que la mecanización del proceso productivo lleva a una productividad en crecimiento, se requiere un mayor desembolso del capitalista en materiales y maquinaria (composición orgánica del capital), y esto según el autor, llevó a Marx a enunciar la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia.

g= p’ (1- o)

Si suponemos que la tasa de plusvalía (p’) es constante, la tasa de ganancia (g), varía en sentido inverso a la composición orgánica del capital (o), es decir, que si (o) sube, (g) tiene que bajar. Como hemos apuntado más arriba, (o) tiene una tendencia ascendente; por lo tanto, debe existir una tendencia de (g) a caer.

Esta es la sustancia de una ley muy importante en Marx; lo que él llama, Teoría de la ley; esta ley demostraba que ciertos obstáculos internos se oponían al desarrollo indefinido de la producción capitalista. Por un lado, la composición orgánica ascendente del capital es la expresión de la creciente productividad del trabajo; por otra parte, la tasa descendente de ganancia que la acompaña tiene que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista.

No obstante, Sweezy nos enumera las cinco causas que Marx señala con las que la ley general de la tasa descendente de la ganancia, se convierte solo en una mera tendencia.

1. Abaratamiento de los elementos del capital constante. El uso incesante de maquinaria, elevando a su vez la productividad del trabajo, disminuye el valor por unidad del capital constante. En otras palabras, puede que el aumento en la composición orgánica del capital; haciendo bajar el capital constante, actúe como su propio correctivo.
2. Aumento de la intensidad de explotación. La prolongación de la jornada de trabajo eleva directamente la tasa de plusvalía, aumentando la cantidad de trabajo excedente sin afectar la de trabajo necesario.

3. Depresión de los salarios más abajo de su valor. La práctica constante de reducción de los salarios por parte de los capitalistas cada vez que pueden.

4. Sobrepoblación relativa. Marx hace hincapié en el ya denominado, “ejército de reserva”. La existencia de trabajadores desocupados conduce a la instalación de nuevas industrias con una composición orgánica del capital relativamente baja y por otro lado, una tasa de ganancia relativamente alta.

5. Comercio exterior. El comercio hace posible adquirir materias primas y artículos más baratos que si se produjeran en el mismo país. A medida que el comercio exterior abarata en parte los elementos del capital constante, y en parte los artículos necesarios por los que se cambia el capital variable, tiende a elevar la tasa de plusvalía; reduciendo el valor de capital constante.

No obstante, el análisis de causas no es ni sistemático ni completo, ya que el volumen III de El Capital, quedó inacabado. De igual manera, los teóricos clásicos y modernos también han considerado una tendencia descendente de la tasa de ganancia como un rasgo básico del capitalismo. Por otra parte, Sweezy pone de manifiesto que no es posible demostrar una tendencia descendente de la tasa de la ganancia comenzando el análisis por la composición orgánica ascendente del capital.

Tenemos que, mediante la introducción de maquinaria y otros recursos para economizar trabajo, los capitalistas procuran mantener la tasa de ganancia en su nivel anterior e incluso elevarla por encima de él. Si tienen éxito o no en la restauración de la tasa de ganancia, no puede apoyarse en razones teóricas generales. Algo si es seguro, y es que el aumento en la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de plusvalía.

Por último, en este punto, se hace notar que existen fuerzas tendientes a deprimir o elevar la tasa de ganancia. No obstante, no es una enumeración completa. Entre las fuerzas tendientes a “deprimir” la tasa de ganancia encontramos los sindicatos, la acción del estado en beneficio de los trabajadores. Entre las que tienden a “elevar” la tasa de ganancia están las organizaciones patronales, la exportación del capital, la formación de monopolios y la acción del Estado en beneficio del capital.
En el capítulo VIII, Sweezy se refiere a la naturaleza de las crisis capitalistas. En el Manifiesto Comunista, El Capital, y en Historia crítica de la teoría de la plusvalía, habló de las crisis.

“Las crisis burguesas ponen a prueba la vida de toda la sociedad burguesa”. (Manifiesto Comunista). Citado por Sweezy, P. Teoría del desarrollo capitalista p.149.

“La crisis real puede explicarse sólo por el movimiento real de la producción capitalista, de la competencia y del crédito”. Citado por Sweezy, P. Teoría del desarrollo capitalista p.149. Theorien über den Mehrwert, II/2, p.286.

El autor apunta que tal vez si Marx hubiera vivido para completar su análisis de la competencia y el crédito nos hubiera dado un examen sobre la crisis; sin embargo quedó en la lista de tareas inconclusas.

A continuación hace un análisis de las crisis; las crisis son improbables bajo la producción simple de mercancías. Aunque la circulación de M-D-M lleva en sí ciertamente las posibilidades de una crisis, a la vez es producción para el consumo y ya que el consumo es un proceso continuo, hay pocas razones para esperar una crisis.

Según el autor, los economistas clásicos no tuvieron una correcta perspectiva histórica en distinguir entre producción simple de mercancías y producción capitalista; los teoremas que fueron elaborados a base de suposiciones implícitas de la producción simple de mercancías, con frecuencia se generalizaron y aplicaron erróneamente a la producción capitalista.

Uno de los ejemplos más famosos que nos indica, es la denominada Ley de los mercados de Say. Dicha ley, sostiene que a una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad; en otras palabras que la circulación M-D-M no se interrumpe, y por lo tanto, no puede haber crisis ni sobreproducción.

El autor señala que al aceptar la Ley de Say, a veces explícita o tácitamente, los economistas clásicos cerraron el camino a una teoría de las crisis y como resultado, sus contribuciones a la materia fueron fragmentarias, inconexas y de escaso valor permanente.

Naturalmente, Marx, fue un fuerte crítico de la Ley de Say (en su versión ricardiana), quería eliminar toda duda sobre la naturaleza de la posibilidad formal de las crisis y la sobreproducción en las sociedades productoras de mercancías, abriendo así el camino al análisis ulterior de las causas de las crisis.

“El dinero es algo más que “el medio por el cual se efectúa el cambio”; es el medio por el cual el cambio se divide en dos transacciones separadas y distintas, la venta y la compra. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y la sobreproducción.” Citado por Sweezy, P. Teoría del desarrollo capitalista p.154.

Nos encontramos así, con la crítica y la explicación de las crisis en el capitalismo. La forma de circulación M-D-M, que es característica de la producción simple de mercancías, se convierte bajo el capitalismo en D-M-D’. En M-D-M, el propósito de cambio es la adquisición de valor de uso y no de aumento del valor de cambio. Es decir, que es una producción para el consumo y esto explica la improbabilidad de las crisis.

Por el contrario, encontramos que en el capitalismo, D-M-D’, el capitalista inicia su carrera con dinero (D) en cantidad suficiente; lanza éste a circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción (C). Después del proceso de producción, reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero (D’).

Tenemos que tanto la D al principio como la D’ al final, representan valor de cambio; ninguna de ellas posee valor de uso. Lo que concierne a este punto al capitalista es la expansión (apropiación de más riqueza) del valor que es la base objetiva, el resorte principal de la circulación D-M-D.

Así que como el capitalismo es producción para obtener ganancia, es peculiarmente susceptible a las crisis y a la sobreproducción. Debido a la naturaleza misma del proceso de circulación, cada capitalista individual tiene que escoger de continuo entre dos líneas de acción alternativas: debe devolver un capital a la circulación o conservarlo en su forma de dinero. Aunque en principio no están obligados a reinvertir bajo condiciones desfavorables, deben posponer la reinversión hasta que las condiciones sean favorables; pero si quieren continuar siendo capitalistas, tendrán que reinvertir el capital.

Entre tanto, el aplazamiento de la reinversión haya interrumpido el proceso de circulación provocando la crisis y la sobreproducción; la crisis y la depresión subsecuente formarán parte del mecanismo por el cual la tasa de ganancia es restituida completa o parciamente a su nivel previo.

Sweezy señala que durante la crisis, lo único que se requiere es un descenso en la tasa de ganancia más allá de su nivel ordinario, suficiente para inducir a los capitalistas a retener su capital en forma de dinero, esperando la vuelta de condiciones más favorables. Se podría concluir diciendo que la forma específica de la crisis capitalista es una interrupción del proceso de la circulación provocada por un descenso en la tasa de ganancia más allá de su nivel ordinario.

Marisa Contreras Marulanda
Madrid, 8 de noviembre 2009